viernes, 6 de noviembre de 2015

Mamá, estoy aqui.



Cuantas veces hablamos de nuestras preocupaciones, frustraciones, temores enfrente de nuestros hijos aunque no sea directamente?  Ellos pueden estar ahí ocupados jugando o haciendo tal o cual cosa, y nosotros hablamos como si no escucharan. Pero ellos están ahí, oyen, entienden, sienten y captan todo lo que sale de tu boca y hasta lo que no sale con tu lenguaje corporal. Puedes pensar que ellos están en lo suyo, pero no es así, son sensibles y muy receptivos sobre todo a nosotros: Sus padres.

Es común que te pregunten cómo va tu hijo(a) y tu digas, pues ahí la lleva, o te sinceras y dices lo que es, te sueltas a decir batalla con esto, no puede con tal, no ha avanzado mucho, va muy lento, no puede con la tarea…y dejas salir todo lo que “está mal” y puedes hacerlo, siempre y cuando ellos no estén presentes. Ni siquiera estando dormidos porque el subconsciente no duerme. Ellos captan todo y toda esa negatividad no les ayuda. Qué tal si cambiamos el chip y cuando estén presenten decimos que van muy bien, que han mejorado mucho, que cada día son mejores…ese mensaje le llegara a su ser y trabajará en él para bien. Las palabras tienen fuerza.

Por otro lado, si lo que escucho es a mis padres diciendo que no ven los avances esperados, que estoy igual que hace años, que tenemos que “recortar” gastos para pagar mis terapias, mi escuela, que no podemos tomar vacaciones porque hay que cubrir mis suplementos, pagar consultas médica… Todo esto aunado a las caras de desilusión cuando me equivoco, a las caras de angustia cuando otros ven algo que hago y que no debería, a las caras largas cuando no logro hacer lo que me piden. Es mucho con que lidiar siendo solo un niño. Son muchas cargas a cuestas de sus pequeños hombros. Recordemos que son niños, su tarea es jugar y ser felices. Empecemos a crearles un ambiente propicio para que sean emocionalmente sanos.

Muchas veces estamos más que listos para corregir, para decir esto no es así, no hagas esto o aquello, pero que tan seguido aplaudimos, elogiamos, cuando hacen algo bien, por más pequeño que sea. Cuantas veces les decimos eres un niño tan inteligente, tan amoroso, tan obediente?  Hay que empezar a decirlo a diario, cuantas veces podamos, no nos cuesta nada.

A lo mejor no puedo cambiar lo que otros le digan o los ojos con los que lo vean, pero si puedo cambiar lo que está en su ambiente inmediato, al estar con nosotros solo estará rodeado de palabras positivas, que hagan que el mismo crea en el, tal vez ya perdí tiempo, pero nunca es tarde para empezar… será difícil? No lo sé, pero voy a intentarlo. Tendrá resultados positivos en él? Me conformo con que no “crea” que no puede o que es menos.

Es muy fácil confundir un “lenguaje pobre” con incapacidad intelectual, pero debo recordarme diariamente que él  me entiende y capta lo que pasa a su alrededor aunque parezca que no esté prestando atención, aunque parezca que no le importa, aunque parezca ausente…la realidad es que el está ahí escuchando, percibiendo y sintiendo todo, y sin poder expresar lo que siente. Todas esas emociones “encapsuladas” en sí mismo, sin poderlas soltar, haciéndole daño silenciosamente. Formando un concepto erróneo de sí mismo. Estamos por un lado cortándole sus alas y por el otro forzándolo a volar.

Muchas veces subestimamos la fuerza de las palabras, y sobre todo su efecto. Las palabras hieren, las palabras forman, las palabras destruyen, las palabras construyen.

En mi casa colgaré esta frase como recordatorio “Si no tienes nada bueno que decir, mejor no digas nada”. Tendrá un significado personal, me recordará diariamente que mis palabras deberán ser para construir puentes para acercarme más a mi familia, para construir lazos de confianza y seguridad, para construir inteligencia emocional, para construir un futuro mejor para todos, pero sobre todo para mis pequeños. Quiero que ellos tengan unas alas fuertes, grandes, y funcionales para lograr grandes cosas. No seré yo quien se las corte…

Si alguien me lee y tiene a su alrededor a algún niño con alguna “debilidad”, aquí hay un mensaje que puede servirles, traten de no enfocarse en “lo diferente” y si ya lo notaron, y tienen alguna pregunta o interés en el tema, hablen con los padres en ausencia del niño.  Traten de ver las virtudes y aquí si hablen sobre ellas enfrente de quien sea. No solo señalen los errores, también aplaudan los aciertos, no hablen de “la enfermedad o la condición”, borren ese vocabulario frente a los pequeños, no creo necesario hacerlos sentir diferentes o ponerles una etiqueta. Son niños y punto y su nombre no es “autista”, “Down”, “fulanito con déficit de atención”…

Si hay un diagnostico es para dar un tratamiento, para valorar, para de alguna manera “medir” y entender la situación en la que el niño se encuentra, sobre todo para los doctores, padres, terapeutas, y familiares. Pero al niño en sí, colgarle una etiqueta que lo señale como menos capaz o menos funcional de que le servirá? Cada quien es libre de manejar su situación como le parezca, pero en mi caso me reservo el diagnóstico y todo lo relativo a su condición para mi, los doctores, terapeutas y quien considere que vaya a ser de ayuda.

Por ahora, mis hijos solo necesitan saber que son muy inteligentes, muy capaces, y que los amamos con todo nuestro corazón y que siempre estaremos para ellos cuando lo necesiten. No es ponerlos en una burbuja, es darles la seguridad para que puedan hacer grandes cosas.